Dios siempre nos da a conocer sus planes y propósitos, pero nunca nos obliga a realizarlos. Es nuestra decisión el seguir esos planes o caminar por otro camino. Es muy fácil distraernos con caminos ajenos a los de Dios. Es más atractivo tal vez el estudiar una carrera en la que se pueda ganar más dinero, es mucho más conveniente escoger un trabajo cerca de la familia y amigos, es más fácil administrar nuestra vida según la lógica, que según lo que Dios promete. Pero si decidimos evadir toda distracción y seguir Su voluntad, Él es quien recompensará nuestra obediencia.
Cuando pienso en aventuras, no puedo evitar pensar en la historia de Jonás. Primero, Dios le dice que vaya a Nínive a predicar; él se rehúsa y trata de huir de ese plan. Después, admite su error y las consecuencias que tendría, por lo que decide ser arrojado al mar. Estando en el mar, un pez lo traga y entonces puede meditar y orar a su Dios. Después de tres días, es arrojado a la arena, donde decide obedecer a Dios y predicar en Nínive. Pero cuando predica, la gente se arrepiente y Dios cambia los planes para aquel lugar. Entonces, Jonás se enoja y discute con Dios. Dios le enseña nuevamente una lección de amor. Jonás decidió huir del llamado de Dios e incluso trató de esconderse de Él. Pero finalmente admitió que esto era imposible. Dios tenía un propósito especial para él y gracias a su obediencia, muchas personas se arrepintieron de sus pecados y se acercaron a Dios.
Una de las reacciones involuntarias del ser humano, al toparse con una situación arriesgada o peligrosa, es huir, correr lo más rápido posible e incluso esconderse. A veces reaccionamos igual ante una misión complicada de parte de Dios, pero cuando le sacamos la vuelta al llamamiento de Dios, esas vueltas nos llevarán por escenarios complicados. Aún así, Dios nos da más oportunidades para responder a su llamado, como pasó con Jonás.
Encontramos una mujer en la Biblia que tomó una decisión muy arriesgada. Después de quedar viuda, decidió dejar su casa y su cultura para acompañar a su suegra quien también era viuda. Una decisión que podría cambiar el rumbo de su vida para siempre, para bien o para mal. Rut caminaba hacia un futuro incierto, movedizo y completamente desconocido. Para ser dignos ante Dios, nuestro amor debe ser primeramente para Él. Dios busca hombres y mujeres de valor, dispuestos a dejar todo por seguirle a Él. Dispuestos a amarlo más que a nadie. Con un amor y una convicción tan fuerte para caminar hacia lo desconocido.
Un impedimento que existe a veces para seguir los planes de Dios, son las riquezas y comodidades. Encontramos en la Biblia la historia del hombre que prefirió sus riquezas antes de seguir a Jesús. Este hombre claramente conocía de Dios y obedecía los mandamientos que Jesús le mencionó. Sin embargo, podemos ver que este hombre rico se concentró en cumplir el segundo mandamiento, todo lo relacionado a su prójimo, pero se olvidó del primer y gran mandamiento: amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y toda su mente. Si hubiera cumplido con este mandamiento, las riquezas no hubieran sido ningún impedimento para que él siguiera a Jesús. En muchas ocasiones las riquezas, trabajos, comodidades y recursos en general pueden ser un barrera entre nosotros y el propósito de Dios. Si no estamos dispuestos a dejar todo por seguir a Cristo, entonces no somos dignos de seguirlo. Seguir a Cristo y estar a su servicio es una decisión importante; es estar dispuesto a dejar familia, amigos, bienes materiales, hogar, planes... y todo esto sin mirar atrás, sin arrepentirse, sin desear regresar.
Algunos de nosotros tenemos historias similares. Puede que seamos como Jonás, escondiéndonos de la voz de Dios y molestándonos por las circunstancias de su llamado. Quizás somos “cabeza dura”, pero finalmente decidimos obedecer. Tal vez somos como Rut, diciendo «sí» a un Dios que todavía no conocemos muy bien, diciendo «sí» a un lugar, cultura o personas que no conocemos, o incluso que no nos gustan. Pero Dios nos honrará por ese sacrificio de dejar todo lo conocido atrás para ir a lo desconocido. A veces las finanzas, trabajo, comodidades o recursos se convierten en barreras entre nosotros y el propósito de Dios. Si no estamos dispuestos a dejar todo atrás para seguir a Cristo, entonces corremos el riesgo de terminar como el hombre rico de la Biblia.
Hay decisiones que cambian el rumbo de tu vida, pero si Dios es quien guía tu camino, todo saldrá bien. Dios obra de maneras diferentes para llevar a cabo sus propósitos, aun en tiempos difíciles Él nos redime a su manera, y en su tiempo.
¿Qué decisiones debes tomar? ¿Estás escuchando la voz de Dios, con sus instrucciones? ¿Optarás por esconderte o tomarás la decisión de seguirlo, cueste lo que cueste?
«¿Hay personas que escogen un destino diferente al que Dios tenía planeado para ellos? Por supuesto.
¿Hay personas en la tumba con libros que debieron haber escrito, gente que debieron salvar, compañías que debieron fundar? Sí, sí, sí, sin duda alguna.
Este es el poder de las decisiones. Ahora, puedes decir: “¿Cómo puede Dios dejarnos decidir erróneamente?” Y yo respondería: “¿Cómo puede amarte y no dejarte escoger? Si Dios te pidiera cambiar tu sueño por el suyo, ¿lo harías?» Sam Collier, A greater story
¿Cuántas bendiciones nos habremos perdido hasta ahora por no haber sido sensibles a la voz de Dios? Gracias a Dios por su misericordia y su bondad. Un Dios amoroso que nos atrae con lazos de amor una y otra vez, y nos redirige a su camino.
Recuerda siempre que darle las primicias a Dios es lo mejor que podemos hacer. Las primicias de tu tiempo, de tu dinero, de tu juventud, las primicias de tu familia, de tus comodidades, de tu vida. Dios tiene planes de bien para nosotros, quiere darnos un futuro y una esperanza, pero para ello debemos estar dispuestos a perderlo todo por causa de Él.
¿Estás dispuesto a tomar la decisión hoy?
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